Hay que cruzar el césped para llegar a los pies del tronco de este árbol impresionante, cuyas ramas, que rozan el suelo por su peso, han formado distintos acodos. Esta es sin duda la joya vegetal de este espacio que, no obstante, abarca muchas otras y que también destaca por la elegancia de la casa señorial, la granja, el invernadero (orangerie) y el palomar neogótico siguiendo la moda de los «caprichos arquitectónicos» del s. XIX.