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Desde entonces, Jean Cotereel, el tercer maestro de obras, siguió con la edificación construyendo la sección occidental, a la que dotó de un porche y dos torres, en una de las cuales se ubica el campanario, mientras que la otra permanece inacabada. No fue hasta 1275 cuando el emperador Rodolfo de Habsburgo y el papa Gregorio X consagraron la catedral. Durante la Reforma, en 1536, ésta sufrió importantes modificaciones, cuando en la nave se habilitó un nuevo espacio litúrgico. Posteriormente, fue objeto de numerosas restauraciones en los siglos XVIII y XIX, principalmente bajo el mando del famoso arquitecto francés Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc. La catedral presenta una policromía interior de gran relevancia. Esta decoración, que se remonta a la construcción original, fue cubierta durante la Reforma para, posteriormente, ser restaurada a principios del siglo XX. Las pinturas todavía son visibles en la capilla de la Virgen, así como en las estatuas del pórtico pintado, elemento realmente original que data de los años 1225-1235 y cuya restauración se concluyó en octubre de 2007. El rosetón se encuentra entre las obras maestras del patrimonio artístico europeo: sus vidrieras representan la visión medieval del mundo, organizado en torno a la figura del Dios creador.